viernes, 11 de abril de 2008

¿El nudo? En la garganta.

Principio de la historia: Alguna vez en las palabras de una mujer mayor escuché que el Mesías era una mujer blonda y de piel tan blanca como la cocaína, pero que la caracterizaba por sobre todas las cosas: el poder de su sencillez, lo cual le permitía estar entre nosotros sin que lo pudiéramos distinguir. No me gustaría pecar de adulador, pero a decir verdad, hace un tiempo lo puse en duda mientras la veía fijo a los ojos mientras respiraba fatigada cerca mio y se enroscaba como una serpiente atravez de mis piernas con sus pies entumecidamente fríos.

Y a decir verdad fue todo en un segundo, el ocaso de mis vanidades otra vez ahí, latente, mientras ella, tan anónima, ignota y transparente que ni los ciegos la pueden percibir, tenia tiempo para despojarse de su ya antigua pertenencia, quien sé vinculaba tan afectivamente a mí, para hacer de mi una nueva herencia, que cayo del cielo en una tempestad de fines de verano sín calor empapando una sequía emocional que yo mismo imponía.

Entonces así, tan mudos y con tanto por decir, abrí la puerta y la deje pasar con la condición de que no pretenda proyectar conmigo porque el cine de mi estabilidad emocional, en ese momento, solo pasaba películas sensuales en la que ella opcionalmente podía participar,. Poco habil de mi parté fue no tener en cuenta que sería poco el tiempo en el que el cinematógrafo tendría la escena controlada, lo que se hizo difícil de sostener con la reiteración del cliente al salón exigiendo no solo mas funciones sino la participación en otros géneros muchísimos más delicados como el romanticismo, propuesta a la que contra mi voluntad, pero paulatina feliz accedí.

Desenlace de la historia: el papel no reciclabe pero hiriente hacia la otra persona de “quien espera y actuá a estimulos ”, hablo del rol del que no dá el primer paso, del que no llama, del que si pero no. ¿Una necesidad sin sensaciones reciprocas que te hace dependiente a estar con alguien que no te expresa tanto como vos a el o solo un rol estratégico y necesario determinado por ambas personalidades dado en absolutamente todas las relaciones existentes en la que uno de los dos debe resignar vanidades? No lo sé, pero ese fue mi rol. Y no porque así lo quise, sino porque así lo necesité y lo necesito aún, aunque a veces callé para que el sonido no retumbe contra las paredes de su memoria selectiva, ella bien sabe que aun dependo de eso.