jueves, 18 de septiembre de 2008

La noche se jacta de verme por las calles de sus pensamientos .

La noche se jacta de verme por las calles de sus pensamientos, y lo que te mueve tal vez es hacerle creer que es la exclusividad de tus poligamias o tal vez es la perversión que te genera saber que tu ciclotimia depende de el. No importa, pero siempre estás ahí, como yo, con los anteojos que recubren lo obvio, caminando con la tropa de faloperos de elite, desalineados y somnolentes, que otra vez mas se contentan con convulsionar la quietud de los bares obnubilando caretas inocentes con la neblina.


¿Tu sueño perverso? Imaginártela a ella llorándote al lado del cajón. Como dice el señor del binomio perfecto en sus bigotes: “Después de muerto me vendrás a visitar”. Ella es así, de un día para el otro se vuelve una okupa en los guetos de tu debilidad hasta hacerle una revolución a tus emociones mansas.
Así la liturgia muerta de los huesos que no roen por miedo a lo que van a decir de ellos se inmuta, y esta fiesta de disfraces cotidiana con sobreproducción de caretas creadas por el gran cotillon de la televisión y la publicidad, empieza a rozarte con su transpiración de anhelos de ser el perro mas semental de la jauría los egos.

Basta. Se despolariza el amor, la esencia se pone abstracta y los estados se ponen heavys y eso altera (y como altera). Y la gente que sigue sin escuchar música que le llegue al alma le pasa desapercibido escuchar al profeta con el turbante diciendo: “habré marchado y entonces…”.


Así me distraigo en tus ojos hasta que en el medio del lugar se oye: “Los modelos de imagen no son modelos de vida”, y ahí nomás lo veo en mis visiones al borracho, pelado e italiano de la remera de “Me voy, a la puerta… con gente despierta” gritándoselo a una nena que se vestía a la moda, para que instantáneamente después el hombre se convierta en caníbal y empiece a morderse su propio cuerpo para no corromperse y ser comido por el resto.

Las últimas notas menores de un melómano sordo.

La deshidratación de nuestro amor ya dejo escuálida a las ganas y una vez más se oyen roar los huesos de los recuerdos en los correntosos océanos de mi almohada. “¡Mujeres y niños primero!” se oía gritar desde la orilla a los comandantes del barco, con sus corbatas desarregladas, sus camisas empapadas y sus mangas remangadas, mientras veían que la situación se las iba completamente de las manos porque sabían que la embarcación se inundaría irrevocablemente.

Yo no me opuse, que se hunda. Me costo algunos días salir adelante después de nadar como naufrago alrededor del navío inundado, pero ya tengo el mejor salvavidas puesto, es enorme y de color naranja, sus cintas blancas envuelven amigos, libros que ya leí pero olvidé y otra pequeña historia latente que empezó para que esto no duela tanto y con la premisa de que serian diminutos brincos que difícilmente se compararan a la adrenalina que tenían nuestros saltos al vació, pero con los meritos bien ganados de que ella haya visto todo este partido desde el banco de suplentes, porque sabe que no me corrompo por un pernocté más, pero que silenciosamente esperó su oportunidad cual anhelo que no sea invadida por los fantasmas del ayer.

Hoy, después de que me hallan rescatado del naufragio, me siento en la cabecera de la enorme mesa de madera, meto la mano en mis bolsillos y arrojo sobre la tabla todas las pertenencias que me quedaron de aquella relación pasada: un disco canadiense de electroclash, algunos corazones dibujados en el vidrio empañado del coche, una colección de carcajadas de esas que desbordan de los adentros de uno y una lista con pocas cruces marcadas en los casilleros de las cosas que pudiésemos haber hecho pero no. Probablemente, por querer jugar apresurados con las cartas que recién se caían del castillo de naipes, perdimos la primer mano, que es la mejor pero así nos dimos cuenta que nunca un clavo sacará otro clavo sino que lo hundirá aun más, solo el tiempo lo remueve. Pero eso son lamentos, parpados tristes de un tuerto que prefiero anestesiar, y hoy no quiero ser parte de la histeria de este rio contaminado, ya toque fondo y ahora estoy en la superficie, respirando y a salvo. Esperando que esas aguas que me acompañaron y quise mucho alguna vez puedan limpiarse, principalmente por las generaciones venideras. ¿Qué espero?. ¿De vos? que no se te apague en la luz en la oscuridad y que si comienza a titilar que sepas que aunque hayan cambiado los formatos, me tenes ahí para alumbrarte. ¿De mi? seguir brillando.

Ahora sí, tengo que confesarte que cuando estaba solo en el medio del mar, la única voz que oiá mientras te veía desfilar por las pasarelas de la nada, era la de Lennon diciendo “I'm looking through you, where did you go?, you don't look different, but you have changed. I'm looking through you, you're not the same” pero por suerte hoy, con la situación digerida aunque solo con el empacho que me dio haber tratado de hacer las cosas por derecha entre tanto marxismo de relaciones distantes y sexo dependientes, me identifico mas con los párrafos largos del pálido Roberth Smith en The End Of the World cuando susurra “Go if you want to I never tried to stop you, know there is a reason, for all of this you're feeling, love its not my call, you couldn't ever love me more”.

Por eso tal véz el hijo del señor de los arpegios menores, conociendo los sueños somnolentes de este sonámbulo despierto, nos haya querido decir algo cuando mudo nos canto entre oídos sordos: “Si tu no me amas, mada faka” (Motherfucker, exclamación lunfarda utilizada en el estilo rapero californiano gangstá).