sábado, 26 de julio de 2008

La muchachita Punk que me acompañe en esta primavera del 68 .

La negligencia emocional nos trajo hasta aca loca. Y sí, nos descuidamos por un efímero momento y todo lo que creaiamos que nos propiciaba el aire para vivir ahora nos fatiga y nos hace estornudarles en la cara por que se transforman en una piedra más en nuestro camino, el camino excesivamente empedrado de terceros, de defectos del otro que no conocemos y de confusas sensaciones que se inmovilizaron en los sindicatos de nuestra cabeza gritando que no se van a ir hasta que las cosas sean como ellos quieran.

Tal vez, fueron los ojos que nadie nunca te supo valorar los que me miran cegados sabiendo que aca hay algo más, algo diferente que va a romper contra los esquemas limitados del amor que tenías hasta ahora, lo que vos creías que eran, las pocas ventanas que te habían abierto en un verano infernal para rozarte la cara con una brisa, pero yo te hablo de otra cosa, de huracanes, de tornados que vuelen la poca coherencia que todavía nos queda.

¿Y en tus pulmones? humo, y ¿en los míos? También pero del otro. ¿Y en tu corazón? El miedo de jugarse del todo por alguien que sabes que es la persona indicada, porque lamentable o afortunadamente es algo que ambos lo sabemos, pero nos conocemos hace tan poco tiempo aunque parezca que nos extrañemos por lo que nunca nos vimos.
¿Y en el mio? El desconcierto de que hayas aparecido sin que te busque entre la multitud de gente invisible y tener miedo a realmente sentir que podes llegar a ser la única, la que me explote el corazón acordándome de las carcajadas juntos mientras escucho al pálido Robert Smith desgarrándose con “Show me how you do it, And I promise that I'll run away with you” en Just Like Heaven, la que se llore un océano en estos flacos hombros cuando la pelota se alquile un pernocte de una semana en tu garganta, la que me muerda los labios cuando me bese a pesar de que hayamos dormido la noche anterior juntos o no nos hayamos visto durante decadas, la muchachita punk que acompañe a este irreverente algo ido con ansias de volver en esta alocada primavera del 1968 y que solo busque darte la mano con el solo anhelo de que pase el tiempo juntos.

¿Para que servirá? Para nutrir el fulgor de los delirios y los sueños que solamente el amor concede, que seas para mí la Celeste Cid que soñas ser mientras cruzas las piernas entre mis sabanas, ya acostumbradas a tu olor, y yo el William Bourrughs o Jhon Coltrane que entre hojas y pentagramas te escriba en tintas desnudas de sinceridad solo cosas que únicamente vos podrías leer y entenderlas.